lunes, 19 de octubre de 2009

No me digas que no sabías

No me digas que no sabías; las preguntas más difíciles de contestar son los "paraqués"
Y no me lo digas, pues es más que evidente… seguramente ya te habrás encontrado en ocasión de responder a uno de esos paraqués y has tenido el chance de sufrirlo al tratar de responder.
Sin importar de qué se hable, los paraqués piden un objetivo, y los porqués piden una razón. Que yo sepa, cualquier respuesta es suficiente a un porqué, si al contestar anteponemos “porque…” y asunto arreglado “¡porque sí!”. Bien es cierto que las razones resultarían probablemente insuficientes, inválidas o estúpidas, pero esa pregunta exige aquella clase de respuestas. Los objetivos, en cambio, piden una intención, una voluntad, y en cierta forma exigen la dirección de nuestro pensamiento. Es cierto también, que se podría evadir anteponiendo en la respuesta “para que…” pero los objetivos que no vengan al caso no podrán ser considerados jamás como verdadera respuesta, a menos que estemos todos de acuerdo jugando en un teatro de ficticias máscaras de carnaval…
De modo que siempre lo supiste; o debiste sospecharlo si alguna vez te has considerado en algo listo…
Mi motivación no es ahondar más en la estructura de las respuestas genéricas ni cosa alguna por el estilo, pero sí era importante aclarar o confundir un poco más el asunto. Dada tu auto-consideración de persona inteligente, entenderás o fingirás entender, quizás en un caso extremo eches por tierra lo que llevo escrito y consideres que hay error en el hilvanar de mi diálogo. Quizás tengas razón, pero entonces yo también la tendría, pues habrías sabido que yo sabía que sabrías. No preguntes…

Si hablamos de algo más trascendente que lo ya dicho hasta este momento, al menos lo que yo he dicho… tendría que tratarse de algún tema en particular. Lo que me viene a la mente es precisamente la cosa urbana. ¿Sabes? Quizá esto no lo sepas, pero mi servicio social está siendo en estos momentos algo importante, tal vez más que la misma escuela.
De algún modo he caído en un tema, ¿no es cierto? Ya que como mortal que seguramente soy, me he doblegado al instante y a algo muy egoísta, pues lo considero muy mío. En fin.
A causa del servicio social he conocido sitios remotamente cercanos a mi ir y venir diario. Escenarios diarios que escondidos a mi anterior voluntad y mi ingenuo espíritu explorador, fueron inexistentes, que aun y cuando confiaba en el hecho de que cerca de mi no existen los vacíos más que en latas de alimentos procesados, no contaba con algo particular, ni en mi imaginario, ni en mi imaginación. Generando una profunda sorpresa por las cosas desconocidas, y un aún mayor asombro por las cosas aparentemente conocidas que no había comprendido u observado de cerca.
El objetivo de mi servicio social, se fundamenta en el programa Hábitat, el cual aunque proclama unos ideales que parecen precisamente eso, IDEALES, busca en resumen, urbanizar las zonas marginadas de las ciudades; entendiendo como urbanizar cubrir de asfalto y gris concreto los parajes que antes aclamé como escenarios, como resquicios de una distante época, o quizás no tanto, en que la naturaleza era parte de la vida diaria en medidas mayores que un sobrio jardín, o una arboleada avenida de esas que ya no se ven tan a menudo.
Me siento culpable de ser promotor de la destrucción del hábitat real y su transformación en un estéril espacio urbano… un erial haría menos daño yo creo, aunque se insista que una vida digna tendría que cultivar 50 hectáreas... Esto puede ser necedad mía, pero no estoy de acuerdo con Urbania, ni sus métodos.
“Qué es el progreso sino la rápida aproximación a la propia decadencia”, reza una idea de Nietzche. Quizás su apellido nos remonte al nihilismo y las ideas donde el vacío es el centro y justificación de toda acción, pero de algún modo, tiene razón.
Urbanizamos para alcanzar un mejor estándar de vida. Esa es la idea, ¿no? Entonces por qué razón luego, caemos en la cuenta que el asfalto, el concreto, y todos los materiales son nocivos para nosotros y para el ambiente, y nos deshacemos en un montón de súplicas apremiantes para que los usuarios quieran utilizar métodos más ecológicos de vivir. Francamente, no lo entiendo.
Ya antes hablé de los paraqués. Creo que es lo que más pasamos por alto en muchas veces. Hacemos algo y sabemos porque lo hacemos, pero no para qué.
¿Qué espera en realidad el urbanismo? ¿Puede realmente existir una doctrina que permita aglutinar cada espacio urbano existente en el planeta, en la búsqueda de la solución definitiva al funcionamiento, la calidad de vida y que asegure la pervivencia de la especie humana en su hábitat urbano, digo, humano…?
Fuera de lo ensoñada que me parece esta perspectiva, considero que lo que se busca puede estar en 3 rubros:
1) Prolongar los estilos actuales de vida hasta la máxima capacidad del ambiente para soportarlos, mientras que se reconoce a quien ha logrado esa efímera meta. Este punto es a mi parecer el más egoísta. Como el caso de toda la vida, donde decimos que el arquitecto busca dejar su huella más que nada en la historia de la arquitectura. Saltar a la eternidad dejando a los demás en el borde de un risco de riesgo ecológico, social y cultural.
2) Buscar la adaptación y reconocimiento de cada ciudad como ente individual, pero que participa de sistemas mayores que sí misma; reconociendo que la historia y la vida se definen por varias etapas y aceptando que al final de los ciclos naturales, la muerte no es sólo recomendable, sino ya necesaria. Esto crearía un ritmo para cada ciudad. Un destino diversificado, y no global. Quizás esta tentativa pudiese mantener las ciudades, el concepto; como algo vivo, durante un periodo más prolongado que las otras dos opciones.
3) Reconocer que si se busca un alto nivel de vida, los estándares ajenos no sirven, y que incluso los estándares resultan meras sugerencias al tratar con lo REAL, desde las distintas realidades que pudiesen abordarla. Entender de una vez y para siempre que el mal de la humanidad ha sido la acumulación: acumulación de poder, acumulación de riquezas, acumulación de recursos, concentración de personas… y en fin, todo lo que pueda ser reunido en grandes cantidades, no obedece a una situación natural y es causa de los mayores problemas que hemos enfrentado… y que al parecer, estamos queriendo enfrentar... Esta iniciativa podría derivar en la decisión que las ciudades no son adecuadas como espacios para habitar y sería la tentativa que más pronto se desharía de ellas.
Cada estrategia-decisión merece una atención y un proceder distintos.

La tentativa tres es abiertamente una doctrina anti urbanística, pues afirma que para lograr los fines que proclama, el urbanismo tendría que olvidarse de las ciudades: como las conocemos, y desde el concepto de ciudad mismo.
No se pretende expresar este monólogo como la revelación definitiva jamás expresada en los anales del urbanismo.
No es mucho, aunque parecería que propone gran cosa, es simplemente algo que quizá no se ha considerado por quienes saben de veras cómo está la situación.
No se pretende establecer una perspectiva, ni para el mundo, ni para México, ni para la ciudad de Campeche. Tan sólo es un breviario de las últimas ideas que ha tenido un chico sentado en una saliente tras un aula.
Como dije antes, no es mucho, pero al menos ahora… es lo que hay.

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