martes, 18 de agosto de 2009

¡verano y ya!

El verano se mueve más rápido de lo que las nubes viajeras tardan en conjurarse una tormenta de inmensas proporciones; un diluvio contenido en una efímera almohada cada vez más amenazante y gris sobre nuestras cabezas, tejados, y antenas; sin embargo, bajo nuestros vuelos comerciales y satélites (demasiado inalcanzables por sí mismos)... hasta que la uruja se desgaje y se precipite con furia hacia nosotros...

El verano corre más que los ríos alimentados por las lluvias de la estación (¡tanto que llover y acalorar y tan poco tiempo para hacerlo!), que arrastran lo calores y partes ínfimas de los innumerables colores que el mismo verano propicia. Aunque al final nada cambia; el agua, como todo en este planeta y en esta vida; va y viene.

Para el verano la situación no cambia mucho, cada vez es distinto pero es el mismo: es un asunto fuera de duda, por supuesto, pero sumamente dificil de explicar. Nosotros verano a verano vivimos deseando (quizas) que vuelva; extrañando tal vez, sus aromas, sus tardes y escasos días soleados, sus lluvias traicioneras, las visitas a la playa... en fin, remolinos de recuerdos que el verano nos Significa.

Nosotros mismos cada verano renacemos en un ritual insospechado, donde las lluvias se llevan un poco de nuestro "yo" cultivado a lo largo del resto de año, volviendo a ser, al término del verano, los mismos seres de yeso o de barro (nuevos y rcien hechos al fin y al cabo), resquebrajables, moldeables y un tanto deformes, esperando buscar un camino corto para retornar a la ansiada temporada.

Por cosas de la vida (existencia y universo), el camino más corto para llegar a un verano es soportar la gris temporada del otoño, la fría estacion invernal, la seca y brillante primavera, hasta asegurarnos que la tierra vuelva a oler a mojado y el calorcito se presente como demasiado antojable para permanecer encerrados en edificios (y en nuestros cabales).

S me antoja que el nostálgico es el verano... pues aunque no lo sepa, él siempre volverá en nuestr búsqueda, aún y cuando un verano, no volveremos nosotros. La única gloria posible al morir entonces sería hacerlo en verano... ¡Qué vida! y qué muerte, ¿no?

Adoro esta temporada, aunque el calor tan de la fregada me obligue a preferir el otoño como época para estar fuera...

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