miércoles, 8 de julio de 2009

No era tarde de domingo

Ella daba un último sorbo a su bebida. Cuando se agotó, ella insistió ligeramente en sorber a través de la pajilla; el sonidito acaso considerado grosero le resultaba de lo más divertido. En fin que con las amigas presentes, lo hizo disimuladamente.

Dió un adios mental al paisaje que ante sí veía. Los cascarones con sus centurias a cuestas y las vegetaciones interiores eran como parte de una película. Le gustaban también; le permitían gozar de cerca ese aroma inconfundible de la lluvia cuando comienza a caer: un olor a tierra mojada...

Bajó con su obvia compañía los niveles que la separaban de la calle; eran sólo tres, pero a cada escalón ella encontraba un distinto escenario. Ella había estado en el teatro, pero se preguntaba si la escuela en sí era el gran teatro de su vida, y ella vivía enteramente una mala pasada. Sacudió su cabeza diciendose un implícito "No". Las miradas de las amigas no se hicieron esperar; por suerte habían cosas que aún ahora no le importaban demasiado.

Ella pensaba que no tenía una necesidad real, sino que se hacía solidaria al tomar autobús para el viaje a casa. Caminar no le era un problema, ni siquiera la consabida soledad que ello podría plantearle. Sabía canciones bastante buenas para amenizar su camino y regalarse un concierto que fuese acorde a su enorno inmediato; por otro lado, si lo quería, podía platicar. Sí, platicar era interesante, ella nunca había conseguido decirse nada aburrido a sí misma (cosas tontas tal vez sí...). Para no llamar la atención sin desearlo, casi nunca ponía volúmen a sus conciertos ni charlas, aunque cuando se olvidaba su privacidad, más de un curioso le dedicaba una mirada. Cosa aparte era el hecho de que era bonita, aunque quizás el rostro alegre hacía más por ella que cualquier línea de cosméticos. Pero hoy estaba disimulando el sol de la iniciada tarde bajo una sombra de plástico a la espera de un autobús... tener amigas definitivamente acarreaba consecuencias.

La tarde con sus sombras largas la vio salir de casa, el calor comenzaba a ser soportable y ella lleva una mochila ligera bajo el brazo. Se adivinaba algo de peso ¿Patines? seguramente lo son. Los había ansiado por semanas, y hoy toca estrenarlos.

Le pareció que la costumbre la tenía dominada, se dio cuenta cuando estuvo frente a la inmensa puerta que a diario cruza al llegar a la escuela. Se rió de sí misma y al tener la oportunidad de ver su reflejo con algo de detalle en la ventana de una camioneta se ajustó la banda del cabello y se dijo tonta, recordando su falta de atencion anterior.

Al verse frente al Mar, sintió algo de pena por sí misma. Tantas cosas acontecidas hoy, y quizás importantes para ella, habían tenido un sólo testigo: ella misma. Se colocó una gorra y los patines. Pensó en su tercer piso con vista verde. Antes de pasar a otra cosa se prometió compartir su alma en un futuro próximo.

Cuando el sol apareció: completito, naranja, enorme y hermoso, sin que nube alguna le robara protagonismo, ella decidió que era suficiente melancolía por el resto del día, encontró abrazable al sol y lo imaginó como un redondo globo con helio "no me equivoco tanto" pensó. Riendo por lo bajo, se secó lo que sobraba de las lágrimas que se había dedicado. Enfiló hacia la puesta de sol, y alcanzando velocidad al momento que Bono entonaba "¡Oh you look so beautiful tonight... in the city of blinding lights!" y concentrada en vivir el ocaso, se hizo parte de la dispersa multitud. No pensaba ya sentirse triste, al cabo para el domingo aún faltaban dos días.

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