viernes, 12 de junio de 2009

Entonces desde el estacionamiento

Un minuto de más, eso fue lo que sucedió parqueando el coche.

Recuerdo alguna vez haber oído algo sobre "el lugar y momento exactos..." más allá de los contextos que implicaban los comentarios, la frase era algo como de otro mundo: no podía verla reflejada en otro episodio de mi vida más que bajo la disciplina militar (admito su precisión).

Si entendemos la misma frase sustituyendo "exacto" por "propicio" olvido del todo a los verdecitos (no sin gran alivio) y me dá una extraña sensación de algo que sólo ocurre en manipuladas historias y cuentos de fairies.

Pero eso ha sido, un minuto de más, un simple momento no acustumbrado, el que me llevó a mi pasado, y a una serie de terriblemente precisos recuerdos.

Vi a un chico llamando a la casa de una vecina, y por su edad y aspecto lo encontré de lo más normal entre las cosas que me ha tocado ver. Por no sé qué razón no pude estacionarme de inmediato, y el chico al verme me preguntó por la veci usando el nombre de pila de aquella. Le indiqué la casa frente a él. Tuve el tiempo suficiente para ver que el chico fuera despechado por la evidentemente fastidiada cuñada de la solcitada señorita. "No sabe nada" musitó él, ahogando con una sonrisa de insatisfación una queja de mayores proporciones (lo que yo hubiese hecho).

Ocurrido esto el joven de aspecto bonachón se alejó errante como sin saber si esperar a su compañera (pude suponer que le conocía de la escuela) ó largarse con desparpajo ante la falta de interés de aquella en lo que fuera que esperaba hacer.

Me estacioné y recordé un entonces (no muy lejano a decir verdad), donde aquel chico era yo, y la consecuente negativa era para mí, la compañera que no se hallaba en casa era la mía; y la queja tragada, la puntualidad, el andar errante(ese aún lo cultivo en ocasiones) eran cosa muy mía. Patético me califiqué en aquel "entonces" y sin decirlo me propuse abandonar lo que era.

Por lo visto he tenido éxito: La puntualidad es una mera sugerencia que en cierto días la verdad simplemente no se me da, las quejas me las dan a mí, el que no se halla en casa soy yo, y el vecino de la amiga que califica de patético a alguien más cuando se ve en una situación como la descrita; tambien soy yo.

Luego de calificar como patético al chico me sobrevino una horrible culpa. Es decir, yo fui él. Tuve su confianza en el mundo, fui muchas cosas que ahora, admito con algo de pena, carecen de importancia para mí.

Muchas veces me he dicho que no debo ser siervo ni seguir lo que el mundo espera de mí. Por tanto no puedo menos que frustrarme cuando veo que he caído bien redondo en lo que "ellos" han hecho de mí. Como así es, espero que se aguanten...

Derramaría unas cuantas lágrimas si no fuera por que la gripe ya me ha abandonado. Mientras tanto me seguirá valiendo un cheto.

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