martes, 10 de febrero de 2009

Carta al Jefe/ feb//2009

J...

Hola, ¡qué onda! sé qué me conoces de todas maneras, y que escribir estas líneas son pura audacia. Aún así me urge declarar que siento unas regresiones o retrocesos en mi forma de ser. Para que te hagas una idea, me he estado sintiendo como en aquellos días en que todo es nuevo y conocido; aquellos días en que todo es (y era) ajeno e irremediablemente propio, aquellos días en que nisiquiera el espejo podría describir mi aspecto.

Me convenzo cada vez más que esos estados supuestos que llamamos (alcanzamos) "avances", son un simple cambio de fase, para casi cualquier situación. Si dichas fases son cíclicas, entonces me explico un montón de cosas...

Si mirar como loco al cielo en noches de luna bella, y desenrredar la canción que el viento teje susurrando a través de las ramas de un árbol, o disfrutar imbecilmente el frío matutino, son pruebas de insanía, me declaro mil veces culpable.

Entiendo que siempre me entiendas, aunque no entiendo cómo. Sé que me amas, aunque me cuesta entender últimamente, que el universo no comience después de mi nariz, sino en tí, y en tí mismo tome fin. Me cuesta creer cuando busco soñar...

Mi mundo está mal, necesita, sufre, sangra por ser reconfigurado... busco algo que me explique todo y me deje con suficientes dudas para seguir vivo uno que otro instante más, para entonces, seguir viviendo y ocupándome de sutilezas, como solía ser.

Extrañaba cosas, extraño situaciones, y extrañaré personas. Pero nunca me confundo tanto como cuando me extraño (me captas, ¿verdad?, porque yo no... y es menester que alguien lo haga). Para "cuando pase el temblor", la señal que de él me libre quedará grabada en piedra en mí. Sé que harás el favor de hacer de ella una obra escultórica, gracias por adelantado.

Una cosa más, ¿podría llorar de vez en cuando? Según parece, con lágrimas, es un poco más ligero vivir.

Siempre Tuyo
Lútz

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