¿Alguna vez has sentido este viento en la cara?
No el que se azota en uno,
Sino el que llega suave
Y se posa en las mejillas,
El que tranquilo llega a tus pulmones,
El viento que es insolente al sol
E inmune al calor…
¿Conoces ese viento que saluda
Desde que mueve las ramas
En los árboles alrededor,
Que se cuela por entre las hojas,
Que nos despeja la mente
Y reanima el corazón?
¿Conoces aquel viento que mueve,
Que da vida, que es esencial,
Que se puede ver con los dedos,
Cual si fuéramos ciegos,
Que se le reconoce con los labios
Y se saborea con el paladar?
Que nos funde en un beso fluido,
Que nos acaricia seguido,
¿Ese viento que se agradece,
Tan solo porque no languidece,
Lo conoces?
El viento que sin avisar,
Desaparece de súbito,
Como si fuese a borrar
Por completo del mapa,
Su ínfima sustancia…
Que regresa tras la pausa
Que agobia y quebranta;
Y que sin beber, refresca
La mente y la garganta,
¿Lo has sentido?
¿Has experimentado despertar
Cubierto por una delicada
Capa de frescor,
Alojada seguramente
Por el viento que viajero,
Se aloja junto a tu lecho?
¿O desquiciado de calor,
Has dado de juramentos hasta que,
Al sentir el viento,
Te sientes agradecido,
Ligero y adormecido?
De este maravilloso fluido,
Muy poco he oído hablar,
Aunque si pienso un poquito,
¿No es a él al que se refieren,
Cuando se menciona acaso,
El famoso “soplo divino”?
Azaroso e indefinido,
Inundador raudalero,
Vertiente de todo ser que respira,
El viento no tiene fin,
Pausas sí, por lo visto.
En demasía ahoga,
Como una gigante ola,
Con su furia invisible,
¿Pero quién sería tan insensato,
Para, con todo, no amarlo?
Este viento es vida,
Es salud, es aliento,
Este viento alimenta,
Acrecienta, reconforta,
Este viento enamora,
Enaltece, inspira,
Y aunque poco a poco nos mata,
Bien lo vale,
Este viento.
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