El proceso ocurrió... y ella, como era de esperarse, vino a mí.
Pasaron los días y ella aún permanecía allí. Pensé que era por demás extraño... sabía de oídas que estaría durante algún tiempo, pero esto comenzaba a ser embarazoso: no había lugar donde me dejara tranquilo -Hasta estando sólo, ella estaba conmigo-
Su simple presencia era delatora; pues, me recordaba que por un momento participé de su juego... que si creí en su mundo, que si con aquél condenado rompecabezas pudo tenerme en sus garras; en fin, cosas que quería olvidar pronto... pero que lo más pronto posible -y ella no lo hacía ni facil, ni posible-
Avergonzado noté que no se perdía, antes bien, pareciá aferrarse a mí, como si en una psicosis buscara hacerlo perpetuamente; como si quisiera reducir mi mera existencia a estar ahí con ella...
Me propuse ignorar que ella estaba conmigo. Cosa por demás dificil, en virtud de todas las veces que la encontraba, la veía de reojo -o de frente-, con miradas de repudio, de asombro y tal vez en algúna ocasion, de una vaga y condescendencia (que me instaba a dejarla hacer y estar a su antojo).
De algún modo ocurrió -La ignoré-. Una semana pasó y cuando por fin la busqué, mi infeliz delatora no se hallaba... Sólo quedaba el desagradable recuerdo de su fijacion y su penetrante olor incial.
Fue amargo tenerla conmigo, no quiero preservar ni su recuerdo.
No pienso votar de nuevo.
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